La amistad verdadera es la que traspasa fronteras, no es algo material, es algo espiritual, es darlo todo sin esperar nada a cambio. Una verdadera amistad está más cerca del amor incondicional, es desear que esa persona esté bien aún estando separados, aún dejando de tener contacto.
Y es que un amigo es alegría y respeto, añoranza y estima, locura y carcajada y otras muchas cosas que no se dicen por que no hace falta.
No sabes como ocurrió, siquiera sabes por que ocurrió, simplemente ocurrió y la confianza y el respeto se alimentan cada día, de poquito en poquito, sin esperarlo.
No voy a decir que está científicamente probado pero cuando llega la complicidad llega la armonía y la paz. Hay personas que nos dan paz y personas que nos la quitan, así que hay que buscar gente que nos la den. Para encontrar paz hay que tener paz antes, pero hay gente que tiene facilidad para quitarte esa paz.
Cuando se consigue ver con los ojos del corazón sabes sin saber y ves sin ver, algunos lo llaman intuición, otras, magia, da igual el nombre que se ponga, de hecho, es mejor no ponerle nombre, cuando los nombres se quedan pequeños es que estamos delante de una cosa grande.
Ya no hace falta pensar, ni evaluar, solo creer, creer ciegamente sabiendo que somos humanos y que tenemos fallos y faltas pero aun sabiendo esto solo se cree.
La vida da giros insospechados y lo que un día pensaste que no puede ser hoy es. La amistad verdadera es una de esas cosas, se pasan pruebas, pero una vez salvadas ya nada te separará de la amistad de ese ser.