Todos los viajes comienzan con movimiento, normalmente uno se mueve y empieza a andar. Cuando andas te encuentras cosas por el camino, pero no siempre son visibles, a veces, hay que descubrirlas por que las tapan otras cosas que no nos dejan ver.
En la vida todos viajamos, el viaje depende de nosotros pero también de lo que nos vayamos encontrando por el camino, a veces no lo vemos hasta que es demasiado tarde, pero otras veces no dejan de darnos oportunidades, como si alguien estuviese esperando a que aprendamos lo que vinimos a aprender.
Para aprender hay que quitarse la soberbia, seamos sinceros, todos tenemos un poco de eso y buscar, reír y llorar, enfadarse y contentarse, saber y no entender.
A veces no sabemos leer y nos olvidamos de lo más esencial, la sonrisa, un hola, una palabra, un reclamo…
Hace poco viaje a un país donde con dos palos eres feliz, la gente ríe desde el corazón, la humildad se refleja en los ojos y la felicidad viaja por las calles.
En ese país la gente se ofrece, se da, se regala, cosa que aquí hemos perdido por un miedo estúpido a no sé qué cosa.
No tienen nada y sin embargo son ricos de espíritu y tienen esa sensación de júbilo que todos teníamos de niños y que siento que hemos perdido.
Cuando éramos niños nadie nos podía parar, solo teníamos preguntas, una curiosidad desbordante y mucha imaginación.
Entonces todo era posible y éramos felices con un puñado de lentejas y un libro de cuentos. No temíamos a los errores puesto que no teníamos que quedar bien ante nadie, solo éramos esponjas en busca de conocimiento que absorber y todo valía, desde un libro de cocina al que arrancábamos todas sus hojas, tal vez sin propósito alguno, hasta el DNI de nuestra madre. Todo servía…
Al hacernos mayores perdemos esa capacidad e intentamos ser lo que no somos, disfrazándonos continuamente, por miedo o yo qué sé qué.
Por eso hoy en este viaje que todos realizamos, cada uno a su forma pero unidos al fin y al cabo, me acordé de una niña muy curiosa que desmontaba aparatos para saber como eran por dentro.
Y me acordé también de la India y de toda esa gente que da gracias por comer cada día cuando aquí tiramos comida caducada a la basura.
Y me acordé también de una persona a la que este año espero conocer mucho más y que juntas podamos recorrer el camino.