Pasaban los meses y en el pueblo todo seguían con sus vidas,
siempre se quejaban por todo, nada les hacía ilusión, ni siquiera el nuevo ser
que venía en camino.
Al fin llegó el gran día,
María, que así se llamaba la mujer, empezó a tener contracciones y llamó
al médico, pero al contrario de lo que pudiera parecer nadie se puso en la puerta de la casa, nadie estaba nervioso,
ni entusiasmado por ese nacimiento.
Después de unas largas horas, María dio a luz a una linda
niña. Cuando el alumbramiento llegó, el médico experimentó una sensación que
jamás había sentido en todos los años que llevaba de profesión.
Al verlo María preguntó - ¿Pasa algo doctor? – María –
contestó el doctor – Es la primera vez que creo en algo.
María no acabada de entender lo que le decía el doctor y
pidió a éste que le enseñara a la niña y entonces lo entendió todo. – Doctor,
era lo que estábamos esperando, sáquela fuera para que la vea todo el pueblo.
El doctor, siguiendo las instrucciones de María así lo hizo.
Al principio nadie quería mirar a la
recién nacida, pero un hombre sintió curiosidad y lo hizo y de repente sintió
un pellizco en el corazón.
Al ver su reacción, fueron muchos los que se acercaron
sintiendo lo mismo. De repente el pueblo ya no estaba desalentado y sin vida.
Uno de los vecinos preguntó - y... ¿cómo se llama la criatura? - El médico no sabía que contestar, pero un anciano tomó la palabra y dijo: - Esta niña se la Esperanza y ha venido a salvarnos a todos.