Recuerdo que en uno de los cuadros había un hombre con algo en la mano y detrás suyo un árbol y una casa en la cual reinaba la paz. El árbol trasmitía vida a través de su forma.
El segundo cuadro que llamó mi atención era el de unas mujeres que se abrazaban mientras un hombre las miraba; parecía como si estuvieran en un lugar en el que siempre reina la paz, una paz que nadie puede romper.
Más tarde vi otro que representaba a una mujer pálida; su palidez expresaba preocupación; era como si no encontrara solución a un problema bastante grande.
Después observé otro cuadro en el que se veía una persona montada en un caballo desbocado, era como si ese caballo quisiera llevar a la persona fuera, a otro lugar, para que encontrara su libertad, aquella libertad que había perdido.
Más tarde vi una fotografía, era una imagen de un hombre al que solo se le veía el rostro; parecía como si aquel rostro quisiera hablar y decirme lo que había sufrido, decirme que su vida no había sido nada fácil; y que si sobrevivía era por que había luchado y vencido a la vida… y a la muerte.
Después se vio la imagen de un hombre entrado en años, que estaba pensando, seguramente en su vida; ya que la vejez es sabiduría y la sabiduría es vida.
Había otro cuadro que era el de una mujer que tenía en su regazo la cabeza de un hombre. La cara de esta mujer cambiaba cuanto más la miraba. Al principio parecía que era una mujer buena, pero luego en su mirada se veía que era cruel y embustera.
Más tarde observé otro en el que se veía un árbol muy alto. El árbol evocaba silencio y paz.
Por último me fijé en lo que parecía un huevo humano, ya que había un huevo en el que se veía una persona, la cual estaba sufriendo; mientras había otro ser que estaba mostrándonos como si fuese un espectáculo el dolor del otro.
Mirar un cuadro es como estar mirando un instante parado en el tiempo, ya que todos y cada uno de éstos quieren despertar algún sentimiento en cada persona.
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