Hoy no voy a hablar de mí, no puedo, lo hice tanto, hoy quiero que hables tú, yo te escucho y me callo.
Dices que no sabes que hacer, que la miras en silencio, te has enamorado, pero ella no lo ve, prefiere mirar para otro lado.
Y tú que eres tan sensible, tanto, en vez de decirle algo sólo la miras de reojo cómo si te viera.
Te consumes pensando que alguien puede tocarla, y a la vez, la tocas y la besas en tus sueños y también con los ojos abiertos.
¡Qué voy a hacer contigo! Te conozco desde siempre, sé como eres y lo que piensas y te subestimas tanto… Crees que no vales, que no eres capaz, te falta valor, coraje para ir y decir las cosas a la cara, ¿y qué si te la pegas? Al menos lo habrás intentado ¿no? Pero no, tú callas y miras con esos ojos que tu tienes tan dulces.
No, no digas eso, por favor, decir que no eres lo suficientemente… bueno, tiene que ser un pecado, y uno de los gordos. ¿Qué no exagere? No lo hago ni tan siquiera un poco.
Tienes un interior tan bueno, eres honesto, sabes hablar de una manera que ya no se hace, cuando miras, ves lo que otros ni siquiera imaginan.
Ay, ya estás fustigándote otra vez, no lo hagas más por favor.
Yo que soy tu amiga desde hace demasiado y te conozco tan bien; conozco tu cara, es tan perfecta y tus ojos tan profundos. Tu piel es la mejor de todas, y cuando me tocas, ay!!, me quitas la razón y el sentido. Pero no lo sabrás nunca por qué no me atrevo a decirte lo que siento.
Nunca sabrás que te besé miles de veces ya, que cuando me tocas mi piel se estremece, se encoge y se estira y crece.
Vaya círculo curioso el nuestro, tú muriendo por ella y yo viviendo por ti. ¿Quién de los dos morirá primero? Dime quien.
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