lunes, 25 de enero de 2010

Introspección

Antes de empezar me gustaría comentarte que lo que voy a escribir, no es una redacción, sino pensamientos; pensamientos que han permanecido en mí cabeza durante tanto tiempo que ya no sé como llegué a ellos.

Por este motivo, tal vez no entiendas algunas de las cosas que cuento, ya que a veces yo tampoco las entiendo, y por más que busco no sé por qué pienso así, pero mi cabeza trabaja sola y a veces ni yo misma puedo controlarla.

Muchas veces he creído pensar que yo era diferente a la gente, y muchas otras veces me he contradicho y he llegado a la conclusión de que todo el mundo es igual. Ahora estoy segura de que soy diferente, pero no solo yo, sino todo el mundo, creo que no hay una sola persona que sea igual a otra.

En muchas ocasiones he sentido miedo, pero nunca como aquel día. El Miedo lo conocí el día en que había que hacer aquella práctica en clase. La práctica consistía en meter la mano en una bolsa, tocar un objeto, y decir lo que se sentía. Yo metí la mano y toqué lo que me pareció ser una caja.

Todavía no sé como lo hice pero me metí dentro de la caja y sentí Miedo, un Miedo frío y seco. Un Miedo que tardó en pasar varios días y luego se convirtió en una sensación de alivio.

Muchas personas me han dicho que soy un ser solitario, tal vez algunas de esas personas piensen que soy un poco “rara”, pero a lo mejor es que necesito estar sola para pensar. A veces pienso tantas cosas al mismo tiempo que si me pusiera a escribir llenaría montones de hojas. Son cosas que pasan por mi cabeza sin darme cuenta, que algunas veces ni yo misma llego a entender. Hasta he llegado a “pensar” que mi “pensamiento” no es mío. ¿Por qué mi cabeza corre tanto?

Es como si tuviera un televisor al que no le hace falta electricidad para funcionar.

¿Será que tengo mucha imaginación? No, la imaginación es otra cosa. La imaginación es soñar con los ojos abiertos, y yo no sueño, pienso.

A lo mejor es por que me molesta el ruido, o tal vez por que no soy una persona que hable mucho.

Una vez pusiste música en clase, una música que quiso meterse dentro de mí, pero a la que mi corazón no dejó hacerlo, porque se puso a latir tan fuerte que pensé que llegaría a oírse en toda la clase.

Pero no es la primera vez que… ¿siento?, no sé si la música se siente, pero yo no solo la oía, sino que era como si saliese de dentro de mí. Bueno, como iba diciendo, no es la primera vez que “siento” de esa forma cuando escucho Música, siempre me ha sucedido. Tal vez sea porque cuando estaba en EGB estudié algo de Música.

Ese día al salir de clase todavía la oía. Mi cabeza reproducía cada una de las notas, cada sílaba de aquella canción. De aquel “Ave María”.

Mientras oía la Música pensé en un árbol. Siempre que escucho Música de este tipo mi cabeza proyecta un árbol. Quizá sea porque relaciono la Música con la Naturaleza.

En una de las clases había que mirar unas diapositivas de unos cuadros, ese día aprendí a ver en aquellas imágenes cosas que en aquel momento no comprendí, pero que ahora que las has he analizado entiendo perfectamente.

Había un cuadro que llamó mi atención. Era el de unas mujeres que se abrazaban y junto a ellas, había un hombre mirándolas. Estaban en un lugar donde reinaba la paz, una paz que nadie podía romper. Creo que es esa paz precisamente la que hay que buscar. El estar bien con uno mismo puede ayudar a que esa paz venga a nosotros.

Más tarde vi otro cuadro que representaba a una mujer de expresión pálida, su palidez expresaba preocupación; era como si no encontrara solución para un problema bastante grande.

Yo creo que cualquier problema, por grande que sea, tiene solución. Solo hace falta buscarla y, sobre todo, tener ganas de encontrar solución al problema con el que nos enfrentamos.

Luego observé otro cuadro en el que se veía una persona montada en un caballo desbocado; era como si ese caballo quisiera llevar a la persona fuera, a otro lugar; para encontrar su libertad, aquella libertad que había perdido.

Más tarde vi una fotografía. Era la imagen de un hombre al que solo se le veía el rostro; parecía como sí aquel rostro quisiera hablar y decirme lo que había sufrido; decirme que su vida no había sido fácil, y que si sobrevivía era porque había luchado y vencido a la vida…. y a la muerte.

Tal vez haya personas a las que no les haga falta “luchar”, porque todo les sale bien desde el principio; y por supuesto habrá gente que aunque tenga que luchar, no quiera molestarse en hacerlo. Pero si no hay “meta”, si no hay “motivación”, ¿para qué seguir “andando”?
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